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Gendarmería no es la solución para Acapulco

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Por Pedro Kuri Pheres

Para Acapulco y su población, la seguridad es indispensable. Sin ella, estamos condenados a vivir entre la incertidumbre y la zozobra. Por ello, es deber y obligación irrenunciable de la autoridad municipal, directamente, garantizar la seguridad de todos sus ciudadanos y, ante la condición turística de este puerto, de sus visitantes.
En Acapulco adolecemos de una seguridad real. La extraviamos hace una década cuando nos convertimos en cruento escenario de las disputas territoriales del crimen organizado y, en consecuencia, en un sitio turístico poco confiable.

Si bien la situación no ha sido revertida -apenas este viernes se registró un hecho violento cerca de la Arena Coliseo, en el centro de la ciudad-, los índices delictivos han reducido significativamente si comparamos los  niveles actuales con los de los últimos seis años. No es lo deseable ni lo necesario. No, al menos, si aspiramos a tener una ciudad en paz y pes ente armonía que permita el desarrollo de nuestras actividades cotidianas sin ningún riesgo.

En días recientes se anunció la puesta en marcha de la Gendarmería Nacional, con 5 mil elementos entrenados para proteger los ciclos productivos del país, entre estos, el turístico. De acuerdo con información de la propia Policía Federal, un grupo de agentes de la gendarmería serían enviados a Acapulco a partir de noviembre, pero con la encomienda de, únicamente, proteger la actividad turística desde la víspera del periodo vacacional de diciembre.

Es un acierto del gobierno federal mantener los ojos sobre Acapulco. Es una retribución postergada.
No obstante, el paternalismo federal es pasajero y, en este momento, está dedicado al turismo en particular.
Desde el anuncio de la Gendarmería en Acapulco, se ha malentendido el propósito preciso de su envío y, acogidos en esa confianza, se ha relajado aún más el proceso para concretar la estrategia de Mando Único que supliría a la extinta policia preventiva municipal, cuya mayoría de sus mil 800 agentes no lograron acreditar las pruebas de control y confianza para formar parte de esa estructura.

A la par de la Gendarmería, que servirá de mero apoyo en materia de protección y vigilancia "turística", Acapulco debe tener una policía local que se encargue de la prevención del delito en toda las zonas de la ciudad ajenas a las áreas turísticas.

Necesitamos hombres de probada confianza y honestidad que se comprometan a salvaguardar a la ciudadanía y a nuestros visitantes. No podemos seguir siendo dependientes de la Federación en materia económica, social y, ahora, en seguridad. Es como tirarse a la hamaca y esperar que otros niveles de gobierno resuelvan nuestros problemas cuando aquí, los acapulqueños, eligen a un gobernante cada tres años en el que depositan su confianza y esperanza de que habrá una mejoría en sus condiciones de vida.

La seguridad se ha tornado una prioridad y así debe ser entendida y atendida por la autoridad municipal, libre y soberana como lo establece la Constitución.

Bienvenida la Gendarmería, pero requerimos con urgencia una policía preventiva municipal con capacidad e identidad acapulqueña.

@pedrokuripheres
Pedro Kuri Pheres en Facebook
acapulco.ok@gmail.com

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