"Después de considerar que todos los hombres sin excepción son capaces de gobernar el país, los declaramos incapaces de gobernarse a sí mismos" Frédéric Bastiat
9 años de gobierno de Zeferino Torreblanca -casi toda una década; 3 en Acapulco como alcalde y 6 en todo Guerrero como gobernador- no cambiaron un ápice de nuestra realidad cotidiana. Al contrario, la pobreza, la inseguridad, la corrupción se magnificaron, pues al menos 4 años de dichos gobiernos fueron de regulares a buenos y los otros 5 o 6, se caracterizaron por estar llenos de soberbia, de frialdad y de sedentarismo burocrático.
¿Cuántos amigos le quedan a Zeferino? muy pocos, él se encargó de enemistarse o de alejarlos. Los que fuimos leales, sabemos de primera mano, que el proceso de descomposición se dio con la llegada al palacio de gobierno de Chilpancingo, ubicado sobre el Boulevard René Juárez Cisneros. Entonces todo cambió, la estructura del poder político estatal se llenó de cuotas que Zeferino debió pagar al haberlo apoyado a llegar al máximo puesto público... al virreinato guerrerense.
Personajes desconocidos -sin la supuesta idealización de lo que pensaba Zeferino debería de ser el estado-, enviados por los partidos o por personajes indeseables Elba Esther Gordillo y Rubén Figueroa, llegaron a ocupar las máximas carteras de la administración pública, desplazando a los cuadros ciudadanos que venían impulsando el proyecto político que lo llevó al poder.
Aunado a que los pocos cuadros "ciudadanos" que llegaron a los puestos secundarios y terciarios de la administración, carecían de experiencia o especialización, el gobierbo devino en un caos en los primeros tres años, mismos que la sociedad todavía le dio como período de gracia y de oportunidad, pues era un gobierno de alternancia, después de haber sido gobernados durante toda la historia de la democracia por el Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Ya asentados en el poder, firmes en la silla, comenzaron las traiciones. Los tres años finales fueron de planes para lograr continuar en puestos de elección popular o en la administración pública que seguía, no como un proyecto de largo plazo para continuar las políticas públicas o los programas de gobierno implementados, sino como meras ambiciones personales que llevaron a la desintegración de un grupo que había llegado unido.
En la recta final -en el último año- vino la peste, las ratas abandonando el barco y este hundiéndose en aguas más sucias que las del Río Huacapa. Ya sin respeto alguno para el gobernador, que no metió ni las manos en el proceso electoral, con candidatos que ya no eran suyos -Manuel Añorve (PRI) y Ángel Aguirre (izquierda)-, con el poder disminuido, preparando una defensa legal y los amparos para su deshonrosa salida.
Los que se acomodaron en la siguiente administración, lo hicieron sin escrúpulos, entregándose a un proyecto aún más corrupto e inviable que el de Zeferino: el de Ángel Aguirre. El resto es historia, entre el semi destierro del primero y las acusaciones de malversación de fondos del segundo. Está por ejemplo, el caso de su ex secretario particular, Julio Ortega, que siendo el emisario político de su mandato, lo único que hizo fue colocar a su hija como diputada local, y esta, a su vez, colocarlo a él como funcionario del gobierno aguirrista, por una -dicen- relación que sostuvo con el candidato.
Entonces Zeferino quiso tocar puertas que nadie abrió, entregando información que no cuajó para golpear a su antecesor, que a cada manotazo de "Z", reaccionaba con una patada en el trasero para el hombre que se había quedado sin grupo y sin partido político. Se peleó con Andrés Manuel López Obrador, se peleó con la estructura del Partido de la Revolución Democrática, no está bien visto con la gente de Ángel Aguirre y no está bien visto con el equipo de Manuel Añorve, a quién no le quedó de otra que respetar cuando el era gobernador y el oriundo de Ometepec alcalde acapulqueño. No es "santo de la devoción" del alcalde de Acapulco, Luis Walton. No es muy cercano al candidato más fuerte a la gubernatura, el senador Ríos Piter, quién fue su secretario de Desarrollo Rural. Su cercanía con Peña Nieto se da con el grupo más débil del gobierno federal, el de Rosario Robles Berlanga.
Con los priístas "ni huele ni hiede". La ciudadanía de Acapulco, a la que se ganó a pulso cuando lideró la alcaldía en el trienio 1999-2002, ya no lo recuerda con afecto, después de su soberbia al no recibirlos durante el sexenio como gobernador, so pretexto de que estaba ayudando a otras regiones del estado que eran prioritarias, entre ellas a la Tierra Caliente y a la Montaña, que a la fecha están en iguales o peores condiciones.
A la sombra, fundó su organización "Sinergia Social", que aspira a ser partido político, cuestión que no debe ser difícil de lograr, con los requisitos tan laxos de nuestra legislación electoral, que tan sólo pide 30 asambleas municipales con 200 asistentes cada una. "Aspiro a que le vaya bien a Acapulco y a Guerrero, es mi única aspiración que tengo en este momento", declaró Zeferino en la primera asamblea realizada en Acapulco... mentira, tan aspira, que estuvieron presentes sus más cercanos, que no mueven un dedo sin su autorización. Entre ellos estuvo Gloria Sierra (PRD), ex secretaria de Desarrollo Social en su sexenio, que luego renunció para aspirar a la candidatura de Acapulco en 2008, en donde contendió contra Luis Walton (Convergencia) y Manuel Añorve (PRI), ganando este último. Aquí cabe acotar que las fuerzas electorales se dividieron en la izquierda e hicieron que se perdieran 9 años de administración de dicha tendencia ideológica.
Divide y vencerás. Zeferino es ya un precandidato a la alcaldía de Acapulco, aunque él se niegue, el simple hecho de aparecer en una asamblea lo denota. Está también como posible precandidato, el hijo del gobernador Ángel Aguirre Herrera, así como el diputado federal Víctor Jorrín y con la mayor fuerza en las bases, el ex diputado local, Evodio Velázquez. Todos son supuestamente militantes de la izquierda y si no se alían o se unen -cuestión que se observa muy difícil- entonces fragmentarán el voto, arrebatándose en campaña los apoyos del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), del Movimiento Ciudadano (MC), del Partido de la Revolución Democrática, del Partido del Trabajo (PT), entre otras pequeñas fuerzas políticas. Entonces, como si fuera un déjà vu, sucederá lo mismo que en el 2008, ganando el rival más débil, el candidato del PRI y del Partido Verde, que seguramente será Alejandro Carabias Icaza, un hombre que no tiene más capital político que pertenecer al círculo de amigos de Añorve y de Jorge González Torres, el "niño verde".
La palabra sinergia procede de un vocablo griego que significa "cooperación". El concepto es utilizado para nombrar a la acción de dos o más causas que generan un efecto superior al que se conseguiría con la suma de los efectos individuales. Zeferino no es el más apto para hablar de sinergias. Abandonó en su desgracia a la Asociación Civil que lo impulsó políticamente en sus inicios: el Frente Cívico de Acapulco. Luego abandonó a la ciudadanía con un ego de 63 mil 596 km²: el tamaño del estado. ¿Dónde estuvo el ex gobernador a la hora de la desgracia ocurrida con el huracán Ingrid y la tormenta tropical Manuel? La social democracia de la que presumen los integrantes de "Sinergia Social", no fue aplicada más que en sus mentes y sueños "guajiros".
Acapulco está como está, también por la culpa de Zeferino. Él no puede auto exonerarse de que esta ciudad y puerto, tenga el 51.6% de sus habitantes en franca pobreza. No puede eximirse de la culpa de que el 13. 6 por ciento de los acapulqueños viva en la miseria y el 38% en condición de indigencia moderada (CONEVAL). No puede desaparecer, cuando 9 años de gobierno después, la población de su estado gana un indigno ingreso corriente "per cápita" mensual de 2 mil 380 pesos. Zeferino también tiene parte de culpa de que la población económicamente activa de Acapulco -o en edad potencialmente activa-, sea de 520 mil personas, y que de estas, el 42 por ciento de quienes logran un ingreso, no conocen las instituciones de seguridad social o de salud. El puerto ocupa el lugar 76 en competitividad urbana y a pesar de eso genera el 60 por ciento del PIB estatal, por eso es tan importante.
Zeferino y sus allegados, todos, no pueden decirse inocentes cuando las políticas públicas en materia turística y la proveeduría de los servicios públicos elementales colapsaron y fallaron. El puerto produce trescientas sesenta y nueve toneladas de basura de las cuales no se recolectan 58 mil. En lo que a turismo se refiere, si en en el año 2007 llegaban al muelle cruceros con 268 mil visitantes, en el año pasado sólo tocaron tierra 3 mil 400 turistas.
"Z" no hizo ningún equipo, viceversa, el que nunca tuvo lo deshizo. "Z" no jugó colectivamente, escudándose de que era un demócrata, no formó cuadros que ayudaran a la ciudadanía a futuro. Al contrario, dejó llegar a Félix Salgado Macedonio, a Alberto López Rosas, más un largo etcétera y así se logró la kakistocracia (el gobierno de los peores). ¿De qué sirve entonces que Zeferino Torreblanca regrese a gobernar Acapulco? De no mucho, para no ser tan duros y decir que de nada. Pero aún así, él, siendo un animal político, competirá, en persona o con terceros, sus "prestanombres". Ya saboreó las mieles del poder... le gustaron... y como a él mismo le encanta decir: "perro que come huevo, aunque le quemen el hocico".
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